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La enfermedad cardiovascular continúa siendo un problema médico frecuente que limita la calidad de vida de un alto porcentaje de la población a nivel mundial.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud esto se debe principalmente a complicaciones como el infarto de miocardio (corazón) y el accidente cerebro vascular (ACV). No obstante, estas entidades pueden ser prevenidas y existe suficiente evidencia sobre la efectividad de ciertas intervenciones para disminuir su frecuencia.
En primer lugar hay que entender que tanto el infarto cardiaco como el cerebral se producen, por lo general, en presencia de los denominados factores de riesgo, algunos de los cuales son modificables como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes, el sobrepeso, el sedentarismo y el tabaquismo. Por otro lado, los factores no modificables son la edad y el antecedente familiar de enfermedad cardiovascular o muerte súbita antes de los 55 años (padres o hermanos).
Es muy importante reconocer la presencia de estos factores de riesgo, hecho que no sucede con frecuencia. En Argentina 1 de cada 2 personas con hipertensión arterial no está diagnosticada y solo el 15% de los pacientes bajo algún tratamiento se encuentran adecuadamente controlados. El 50% tiene sobrepeso y 3 de cada 10 son fumadores. El 29% de la población presenta valores de colesterol elevado y uno de cada 10 es diabético.
La mejor estrategia para disminuir las complicaciones por esta causa es identificar el riesgo cardiovascular de cada persona, para de esta forma, modificar hábitos de vida y en caso de ser necesario iniciar el tratamiento correspondiente.